Por Roberto Navarro para Cash. Suplemento de Econimía de Página/12
"La economía crecerá un 3,5 por ciento en 2010, gracias al viento de cola que vendrá del exterior. La inversión crecerá apenas un 2,0 por ciento. La desocupación trepará al 11,1 por ciento y caeremos en un déficit fiscal del 2,5 por ciento." La afirmación la hizo Miguel Angel Broda a Clarín el 6 de diciembre de 2009. La realidad es que el año cerrará con un crecimiento cercano al 9 por ciento, con un incremento de la inversión del 17 por ciento, superávit fiscal primario del 2,7 por ciento y un desempleo del 7,5 por ciento. Broda erró otra vez y van...
Cada año, al llegar diciembre, los economistas de la city difunden sus pronósticos. Aunque se vienen equivocando desde hace siete años, insisten con una perseverancia digna de mejor causa. En ese mismo artículo, Mario Brodersohn estimó un crecimiento máximo del 4 por ciento, una desocupación del 11 por ciento y déficit fiscal del 1 por ciento. El 3 de enero de este año Orlando Ferreres afirmó en el diario Perfil que "no hay forma de crecer más del 3 por ciento, porque tendremos cuellos de botella energéticos".
La mayoría de los economistas que pronosticaron un pobre 2010 son de cuño neoliberal, aunque en los últimos años se han sumado a ese festival de pronósticos errados economistas que se denominan de centroizquierda. En sus opiniones marcaron claramente que los 2 o 3 puntos que iba a crecer la economía vendrían de la mano del viento de cola internacional. Por ideología, sólo cuentan en sus estimaciones con la fuerza del mercado, sin mensurar lo que pueden sumar las políticas públicas. Buena parte del crecimiento que no vieron se debió a un marco macroeconómico sólido y estable, a un fuerte incremento de la inversión pública, a una política industrial que estimula la inversión y al apoyo de la banca pública a la producción, entre otras medidas.
Sería inocente pensar que sus sistemáticos yerros se deben sólo a sus anteojeras ideológicas. Estos economistas trabajan para grandes grupos nacionales e internacionales que están en desacuerdo con la actual política económica. A diferencia de lo que estaban acostumbrados, el Gobierno interviene en los mercados, como en el caso de las retenciones a las exportaciones agrícolas, la regulación de las tarifas de los servicios públicos y la mediación en los conflictos laborales, entre otras medidas. Pronosticar el fracaso de la economía, además de generar expectativas negativas en el mercado, es una señal de disconformidad hacia las políticas del Ejecutivo.
Como en años anteriores, cuando la mayoría de los medios publican los pronósticos 2011 sin revisar los del año que termina, Cash realizó un trabajo de archivo para informar qué dijeron esos economistas mediáticos hace un año sobre la performance de la economía en 2010.
Carlos Melconian, uno de los consultores que más transitan los medios de comunicación, presentado en 2003 por el ex presidente Carlos Menem como su futuro ministro de Economía días antes de abandonar la segunda vuelta electoral frente a Néstor Kirchner, y uno de los referentes en temas económicos de Mauricio Macri, es uno de los que vienen previendo tempestades, sin éxito. El 14 de diciembre de 2009 le dijo a Clarín "puede ser que en 2010 crezcamos al 3 por ciento, porque las condiciones internacionales nos favorecerán. Pero a la hora de mirar el mediano plazo, soy pesimista. El modelo está agotado".
El 2 de mayo de 2010, ya avanzado el año, José Luis Bour, director de FIEL, señaló a Perfil que "el boom de consumo de los bienes durables tiene corta vida. En el segundo semestre probablemente haya menos expansión por parte de los durables y ya la inflación estará mordiendo en todos los sectores. Esto se cae. Terminaremos creciendo un 5 por ciento, con suerte". FIEL fue uno de los principales think tank neoliberales de los ‘90. De sus filas surgió Ricardo López Murphy. Sus economistas se resisten a aceptar que un plan opuesto a sus ideas tenga éxito.
En su edición del domingo 15 de noviembre de 2009, Perfil reflejó la preocupación de Orlando Ferreres por la economía 2010. "Uno de los temas estructurales que dificultarán crecer más del 3 por ciento en 2010 –como lo hará casi toda la región, con Brasil al frente– es la escasísima inversión agregada. Por otra parte, las políticas equivocadas del Gobierno han llevado al país a un gravísimo problema energético. No hay electricidad para producir más." La realidad es que en 2003, con la llegada de Néstor Kirchner al poder, el país tenía una capacidad de generación de 14 millones de megawatts y utilizaba 12 millones. En la actualidad, luego de crecer casi un 80 por ciento en siete años, necesita 20 millones de megawats y produce 27 millones.
"Dejamos las tasas chinas de crecimiento para siempre", afirmó Carlos Rodríguez, del Cema, a Ambito Financiero el 24 de noviembre de 2009. China está cerrando el año con una suba de su PBI del 9,6 por ciento y Argentina, del 9,0 por ciento. "Hasta después de las elecciones de 2011 no va a haber inversión en el país para motorizar el crecimiento. No vamos a una crisis, vamos a un parate de la actividad hasta que cambiemos por otro gobierno." Sin disimulos, Rodríguez ponía como condición para crecer que se vayan los Kirchner.
"A medida que nos acerquemos a mediados de 2010, obviamente, la situación de inversión, de inflación, del financiamiento del déficit fiscal, de las distorsiones microeconómicas que subsidios y compensaciones han generado, van a ir produciendo expectativas de riesgo de crisis macroeconómica", le anticipó a Clarín Miguel Angel Broda el 6 de diciembre de 2009. Como cuando pronosticó un dólar a 20 pesos en 2002, Broda va más allá de sus colegas y anticipa catástrofes. También suele opinar de política. "Una vez que el ‘gran macroeconomista’ (por Néstor Kirchner) vea que no hay posibilidades de que él o una parte de su dinastía puedan ser reelectos, preferirá dejar ‘tierra arrasada’ para intentar volver en 2015." "El año próximo veremos una desocupación del 11,1 por ciento y subiendo, la inversión sólo rebotará un 2,0 por ciento y caeremos en un déficit fiscal del 2,5 por ciento. Con ayuda del exterior, podemos crecer un 3,5 por ciento."
Mario Brodersohn, por su parte, aseguró en ese mismo artículo que "el Gobierno no tiene un planteo para resolver la crisis agropecuaria ni la crisis energética o cómo resolver el problema fiscal. Y eso va a afectar el clima de expectativas. La Argentina cayó más en la crisis y en el rebote va a crecer menos. Veo un techo de crecimiento del 4 por ciento, con suba del desempleo al 11 por ciento y un déficit fiscal del 1 por ciento".
El ex viceministro de Economía de Eduardo Duhalde, Jorge Todesca, auguró un crecimiento del 2 por ciento para todo el 2010. En una nota que brindó el 14 de noviembre del año pasado a La Nación, Todesca señaló que "si el repunte fuera mayor, cosa que no creo, también habría más inflación y además queda por concretar todavía un fuerte ajuste de precios en servicios públicos, y en menor medida en el segmento privado. Otro ingrediente es la falta de inversión". El año termina con una inversión record, que representa el 23,4 por ciento del PBI.
Rodrigo Alvarez, de Ecolatina, la consultora fundada por Roberto Lavagna, explicó el 8 de diciembre a Ambito Financiero que "los subsidios continúan siendo una pesada carga para las debilitadas cuentas fiscales y luego del fallido aumento de tarifas a mediados de este año, se esperan nuevas subas para 2010. Además de la electricidad y el gas, no descartamos futuros incrementos en el transporte público de pasajeros. La Economía ya no volverá a crecer más del 3 o 4 por ciento anual y el déficit fiscal será un problema serio".
Mientras en los noventa cerraban decenas de miles de fábricas y se perdían millones de puestos de trabajo, los economistas neoliberales no tenían otra salida para apoyar el modelo que seguir la frase creada por Carlos Menem: "Estamos mal, pero vamos bien". En los últimos siete años, ante la contundencia de los resultados obtenidos con un modelo antagónico al que promueven, no tuvieron mejor idea que dar vuelta la frase: "Estamos bien, pero vamos mal"
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