"La gran mentira argentina" cayó tan bajo que ni a los chicos que fueron enviados a esa matanza respetó. La humillación de la derrota en sus caras, dista mucho del lavado titular cuando llama "tropas" a un conjunto de niños mal alimentados del norte argentino que no conocían el frío y, mucho menos, el manejo de armas.
Vaya aquí mi homenaje y mi respeto por aquellos niños, que fueron obligados a empuñar armas y a morir para que un ebrio cumpliera sus ansias de jugar a la guerra. Y vaya también mi desprecio a la prensa canalla que avaló con sus silencios y apoyos semejante locura.
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